noviembre 09, 2012

Noche



Tras las figuras irregulares y oscurecidas de los edificios, el azul pálido del cielo corona los últimos rayos de luz. Apenas unos minutos de penumbra azulada antes de que la noche caiga sobre la ciudad y un manto naranja lo envuelva todo, difuminando cualquier atisbo de color.

La vida parece tomarse un descanso, se vuelve íntima y las calles quedan casi desiertas. El ir y venir de gente cotidiana deja paso a los espectros que deambulan sin rumbo, paseando su soledad en busca de la compañía silenciosa de quienes como ellos, intentan calmar el dolor que no les deja hallar reposo.

A través de las ventanas, se escapan señales luminosas de vidas anónimas, blancas o amarillentas, lúgubres o cálidas, muchas de ellas desparramadas a la oscuridad de las paredes con el parpadeo asincrónico de los televisores, convertidos en hogueras modernas, donde los hombres sentados a su alrededor se guarecen de su atávico miedo a la soledad.

La noche tiene en la voz un murmullo, calmado y casi imperceptible, ahogado por el sopor del sueño y del que sólo despierta con el fugaz destello de la vida latente e insomne. En la calle un perro ladra tozudamente a la luna y los pasos resuenan firmes mientras se alejan con indiferencia, dejando tras de si el misterio de toda vida desconocida. Bajo la penumbra, una pareja se susurra promesas de amor eterno, entrecortadas por risas apenas contenidas y besos de calidez espontánea.

En las noches que nacen con vocación de eternas, se cuela por la ventana la luz de miles de estrellas, lejanas e imperturbables para recordarnos  hasta qué punto somos seres fortuitos y fugaces, perdidos en la inmensidad de un universo indiferente. El tiempo y el espacio se difuminan, y somos conscientes de nuestra propia existencia, cuajada de las mismas preguntas sin respuesta que ya se hicieron los hombres que nos precedieron, y que sentados en la oscuridad, contemplaron las mismas estrellas, que seguirán iluminando a los hombres que han de venir.


 Jose Torres

Montaje de Vídeo: Ingrid Stevens

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